La
vida es puro marketing,
si te fijas bien, verás como muchas de las cosas que le dan sentido
se pueden asimilar a los conceptos que maneja la publicidad, la
difusión de masas, las ventas, los servicios, la producción.... Al
marketing
le pasa como a la cultura, en la que es difícil saber qué es y qué
no es en el conjunto de actividades humanas.
Un
marketing
naturalizado aplicando el simple sentido común, y algo más, nos
llevaría a considerar lo importante que es:
-Entender
a tus clientes. Llegar a conocer a tus clientes es, con diferencia,
la pieza clave del
marketing.
Recopila toda la información disponible y crúzala. Te permitirá
hacerte una idea de sus perfiles y de sus necesidades.
-Observar
el entorno del marketing.
Las circunstancias cambian y con ellas pueden surgir nuevas
oportunidades de negocio. Si cae el consumo, la demanda irá detrás
de todo aquello que son soluciones para el ahorro y las versiones low
cost de todo. Llevar esas necesidades a través de las nuevas
tecnologías es una oportunidad. Agudiza tu olfato. Huele el ambiente
y toma decisiones al respecto.
-Crear
tus productos y servicios alrededor del cliente potencial. Con un
plan de marketing
debajo del brazo, adáptate a lo que pide el cliente y no al revés,
no vendas lo que te gusta, sino lo que quieren ellos.
-Cuidar
las formas. Asegúrate de que el negocio atiende las necesidades del
cliente. La diferencia puede estar en ese punto de amabilidad, en ese
regalo que no esperaba. Recuerda que el boca a boca es una
herramienta de venta muy poderosa. Hay que generar ventas en esa
dirección, la que llega de la satisfacción del cliente. En lo
físico o en lo digital.
-Marketing
alternativo.
Con miles de anuncios con los que luchar, ¿por qué el potencial
cliente debería fijarse en nuestra oferta? Precisamente por éso,
porque hemos diseñado un formato de publicidad que calará. Se trata
de un reto. ¿Lo tomas?
-Invertir
en el lugar en el que el negocio está en el ombligo de su mundo.
Invertir tiempo o cualquier otro tipo de recurso en radicar un
negocio en un lugar nos ayudará a que los clientes localicen
geográficamente la idea, el servicio o el producto. Pero unir ese
proyecto a la gente del sitio es también una manera de crear valor.
Hablamos de crear diferentes formas de identidad con las que
identificarse.
-El
Orden, el orden y el orden. Tres palabras y un mismo sentido que
hacer mantra. El orden es el padre del control y de la coherencia,
amigo de la resolución rápida de conflictos que se deja ver en una
reestructuración constante y flexible de los servicios, pero también
en la limpieza, en la puntualidad y en algo tan básico como llevar
unos archivos como Dios manda.
-Una
estrategia de precios como cabecera. El precio es una herramienta
poderosa para trasladar un mensaje a los clientes y usuarios. Altos
precios es igual a vender menos, pero también ofrece una imagen de
exclusividad; precios bajos y populares, más ventas, pero suele
indicar peor calidad. Con unos precios bajos se pueden captar
clientes, ganar un hueco en el mercado y romperlo, llegado el caso.
Una estrategia de precios debe estar bien implementada con un plan
de marketing
que lo respalde en el tiempo y dentro de una evolución de la
actividad económica.
-Responder
a las quejas. No veas las quejas como un problema, intenta verlas
como una oportunidad, la de conectar con lo que piensa el cliente y
con lo que se puede mejorar y en lo que no habías caído. La
realidad del día a día es un buena maestra.
-Un
plan
de marketing.
Elabora un plan
de marketing,
redáctalo. Si quieres, puedes elaborarte una guía de mano que te
servirá para colocarte cada día en la dirección en la que quieres
estar. Pregúntate:
¿Dónde
estamos ahora?
¿Dónde
queremos estar?
¿Qué
oportunidades existen en el entorno?
¿Cómo
vamos a llegar a dónde queremos estar?
¿Quién
va a hacer qué?
¿Cómo
sabremos que hemos llegado?
En
las respuestas está el camino y las soluciones. No es magia,
hablamos de negocios.
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